Para entender qué es el Rosario, debemos remitirnos al momento en que María es saludada por el Arcángel Gabriel: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" y le es anunciada la misión a la que es llamada por Dios: ser Madre del Salvador y a la que ella responde aún sin comprender: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».
Aquí contemplamos el primer misterio del Rosario: por la disponibilidad y la fe de María, Jesús se encarna en su seno virgen y da comienzo a su propia misión.
Juan Pablo II dice en su encíclica Rosarium Virginis Mariae:
Fuente: Extractos de la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae de Su Santidad Juan Pablo II
Aquí contemplamos el primer misterio del Rosario: por la disponibilidad y la fe de María, Jesús se encarna en su seno virgen y da comienzo a su propia misión.
A lo largo de la vida y misión de María ella guarda todos estos momentos en su corazón y los medita, los contempla. El Rosario es eso mismo, una contemplación, a través de la repetición del saludo del Ángel y del de su prima Isabel, de la vida de Jesús y de María, comenzando en la Encarnación de Jesús, pasando por su niñez, su vida pública, su Pasión y Muerte y culminando en el misterio de la Resurrección y Ascención de Jesús, la Asunción y Coronación de María como Reina de la Creación.
El Rosario es así mismo un motivo e invitación a imitar la vida de Jesús y María y también motivo de esperanza y de fe: sus vidas nos muestran lo que será la vida futura de los que aman a Dios: la Salvación, la Nueva Vida de resucitados en la Eternidad.
Juan Pablo II dice en su encíclica Rosarium Virginis Mariae:
"El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor."
"En efecto, con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital con Jesús a través –podríamos decir– del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana."
El Rosario, oración por la paz y la familia
"Algunas circunstancias históricas ayudan a dar un nuevo impulso a la propagación del Rosario. Ante todo, la urgencia de implorar de Dios el don de la paz. El Rosario ha sido propuesto muchas veces por mis Predecesores y por mí mismo como oración por la paz. Al inicio de un milenio que se ha abierto con las horrorosas escenas del atentado del 11 de septiembre de 2001 y que ve cada día en muchas partes del mundo nuevos episodios de sangre y violencia, promover el Rosario significa sumirse en la contemplación del misterio de Aquél que «es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad» (Ef 2, 14). No se puede, pues, recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún ahora tan atormentada y tan querida por el corazón cristiano."
"Otro ámbito crucial de nuestro tiempo, que requiere una urgente atención y oración, es el de la familia, célula de la sociedad, amenazada cada vez más por fuerzas disgregadoras, tanto de índole ideológica como práctica, que hacen temer por el futuro de esta fundamental e irrenunciable institución y, con ella, por el destino de toda la sociedad. En el marco de una pastoral familiar más amplia, fomentar el Rosario en las familias cristianas es una ayuda eficaz para contrastar los efectos desoladores de esta crisis actual."
Los recuerdos de María
"María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: « Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cf. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha recitado constantemente en los días de su vida terrenal.
Y también ahora, entre los cantos de alegría de la Jerusalén celestial, permanecen intactos los motivos de su acción de gracias y su alabanza. Ellos inspiran su materna solicitud hacia la Iglesia peregrina, en la que sigue desarrollando la trama de su 'papel' de evangelizadora. María propone continuamente a los creyentes los 'misterios' de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para que puedan derramar toda su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María."
El Rosario, oración contemplativa
"El Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI: «Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6, 7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza»."
Fuente: Extractos de la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae de Su Santidad Juan Pablo II
Los invito a leer y meditar esta Carta Apostólica.
Desde aquí pueden acceder a ella y descargarla.
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